Espacios inteligentes, el fin de la frontera entre la tecnología y el entorno

Automóviles, hogares, oficinas, fábricas, comercios, universidades y hospitales son testigos silenciosos de una transformación orientada a redefinir los ambientes para ofrecer una experiencia más confortable, segura y sustentable.

Tal como sucede con muchas otras innovaciones descollantes, los Espacios inteligentes o Smart Spaces no son producto de un descubrimiento puntual sino de largos años de trabajo. Sus orígenes se remontan a fines de la década de los 80, cuando el reconocido científico Mark Weiser afirmó que el destino de las computadoras era fundirse en el entorno para ser más útiles y, a la vez, menos visibles. En la actualidad, los Espacios inteligentes pueden ser definidos, precisamente, como ambientes diseñados para permitir la interacción de forma natural con la tecnología, gracias a su capacidad de adaptación a las necesidades y preferencias del usuario.

En efecto, mediante la combinación de innovaciones de punta como Big Data, Inteligencia Artificial, Machine Learning, Internet de las Cosas y Cloud Computing, los Espacios inteligentes adquieren la capacidad de percibir, comprender, adaptarse y responder a la presencia humana. Se trata de ecosistemas digitales compuestos por objetos, servicios y procesos que operan colectivamente recogiendo información en tiempo real, creando la atmósfera ideal con una funcionalidad ajustada a la medida del usuario. El resultado de estos ambientes inteligentes es una experiencia más inmersiva, interactiva y automatizada, que está dando origen a un nuevo paradigma de relación entre el hombre y la máquina.

Por mencionar sólo un ejemplo, las oficinas inteligentes ya son capaces de tomar decisiones a partir del modo en que los usuarios utilizan los espacios, mejorando la comunicación, reduciendo los costos de operación y optimizando el rendimiento laboral en general, a través de una experiencia tan placentera como estimulante.

Ahora bien, para que un espacio sea realmente inteligente deben coincidir, al menos, tres factores clave:

  1. Un entorno consciente del contexto, provisto de sensores integrados capaces de identificar a las personas y comprender sus acciones.
  2. Un sistema inalámbrico ubicuo apto para la transmisión de datos desde y hacia cualquier dispositivo que esté presente en el entorno.
  3. La posibilidad de que los usuarios interactúen con el entorno de forma natural a través de gestos, movimientos táctiles y, claramente, del habla.

Al acelerar la adopción de todo tipo de tecnologías, la nueva normalidad poscoronavirus promete ser el escenario perfecto para desencadenar un desarrollo inédito de los Espacios inteligentes.