Inaccesible a la percepción humana por sus dimensiones microscópicas, el nanómetro es una unidad de medida equivalente a la milmillonésima parte de un metro, es decir, un milímetro dividido un millón de veces.
Desde órganos artificiales que no producen rechazo hasta sensores diminutos capaces de vigilar la salud de un paciente, pasando por barbijos que eliminan virus mediante reacciones físicas, y dispositivos informáticos con características supersónicas, la Nanotecnología es una disciplina tan singular que parece estar más vinculada a la ciencia ficción que a la realidad. Se trata de un saber que abarca el estudio, diseño, producción, síntesis y aplicación de materiales, aparatos y sistemas a nanoescala, es decir, en proporciones de nivel atómico.
En efecto, dado que la Nanotecnología permite manipular la estructura molecular de los materiales, surgen sustancias con atributos y beneficios completamente novedosos, que encierran un potencial indescriptible para todo tipo de aplicaciones. Construcción, energía, transporte, medioambiente, medicina e informática son sólo algunos de los ámbitos más auspiciosos para el desarrollo de la Nanotecnología, gracias al trabajo de equipos multidisciplinarios conformados por profesionales de las más diversas áreas.
Puntualmente, la fabricación nanotecnológica se desarrolla en dos vías de trabajo. La primera, “de arriba abajo” o top-down, consiste en la miniaturización de los materiales o sistemas; mientras que la segunda, “de abajo arriba” o bottom-up, intenta imitar la naturaleza construyendo dichas estructuras. Si el primero constituye un proceso de ensamblaje; el segundo se asemeja más a una suerte de síntesis. Ambas metodologías todavía tienen un largo camino por delante.
Uno de los ejemplos más contundentes con respecto a lo que esta ciencia es capaz de hacer tiene que ver con el carbono, un elemento oscuro y frágil que básicamente sirve para la combustión. Sin embargo, mediante la aplicación de Nanotecnología es posible modificar el orden de sus átomos para obtener grafeno, un material que es prácticamente transparente, más flexible que la fibra de carbono, más duro que el diamante, cinco veces más liviano que el aluminio y doscientas veces más fuerte que el acero estructural. Dado que el grafeno cuenta con increíbles propiedades químicas, mecánicas, magnéticas, ópticas y electrónicas, es muy probable que en poco tiempo más provoque una auténtica revolución en el campo de la informática.
En plena era del Big Data, Inteligencia Artificial, IoT y Cobots, el terreno para la Nanotecnología no podría ser más feraz.