Asistentes virtuales de voz; los precursores tecnológicos de una nueva era

Capaces de adaptar sus respuestas en función del contexto y reconocer a cada usuario de manera personalizada, los asistentes de voz ya no son simples contestadores automáticos sino el próximo paso en la relación del hombre con la máquina.

Encender las luces de la habitación, consultar el pronóstico del tiempo, reproducir un tema musical, agendar una cita con recordatorio, enviar un correo electrónico o pedir comida a domicilio: son tareas que cualquiera puede hacer. O bien, delegar a un asistente virtual por medio de una simple orden verbal. Para esto, Amazon ha creado a Alexa, los dispositivos de Apple poseen a Siri, el buscador más famoso ofrece a Google Assistant y el asistente virtual de Microsoft se llama Cortana. La Inteligencia Artificial, que hasta hace poco tiempo ganaba terreno sin hacer demasiado alboroto, ahora no sólo tiene oídos, sino que empieza a alzar su voz.

Sólidamente apoyados sobre el desarrollo de innovaciones de punta como Big Data, Internet of Things y Machine Learning, los asistentes virtuales son mucho más que tecnología con interfaz de voz. Son los promotores involuntarios de un auténtico cambio de época en el que paulatinamente comienza a abandonarse el reinado de la imagen para ingresar al imperio de la voz. Estos asistentes inteligentes, que a corto plazo están llamados a ganar autonomía para optimizar su colaboración en los quehaceres cotidianos, a largo plazo desatarán un proceso de transformación en el modo en que el usuario interactúa con la máquina. De hecho, este cambio ya ha comenzado.

Para tener sólo una idea de lo que este nuevo escenario implica, basta señalar que el ser humano establece una vinculación emocional mucho más fuerte mediante el habla que mediante la vista. El hecho de poder interactuar con los seres de silicio mediante un cálido discurso espontáneo, y no a través de una fría pantalla despersonalizada, hace que los consumidores desarrollen sentimientos muy íntimos, e incluso más intensos, por los agentes de voz. Tanto es así que, según la consultora PwC, más de un tercio de los usuarios desearía que su asistente de voz fuera humano, mientras que uno de cada cuatro reconoce haber fantaseado con él.

Ajenos a planteos existenciales de cualquier tenor, los expertos en tecnología siguen redoblando esfuerzos por dotar a los asistentes de voz de una inteligencia que, definitivamente, cada día parece ser menos artificial.