Tras el brote de coronavirus, China ha recurrido a la tecnología como nunca antes a fin de detectar, contener y buscar curas para esta enfermedad que fue declarada como pandémica por la OMS a menos de tres meses de haber surgido.
Robots desinfectantes, coches-termómetro, drones fumigadores, cascos inteligentes y aplicaciones-informante son parte del armamento tecnológico de última generación que el gigante asiático ha decidido desplegar para dar batalla al virus COVID-19. La estrategia ha revestido tal importancia que el propio presidente chino, Xi Jinping, hizo un llamado al sector tecnológico del país para sumarse a una contienda sin tregua. Las contribuciones no tardaron en llegar y fueron tan novedosas que hasta los mismos ciudadanos se vieron sorprendidos por semejante tecnología.
El caso más renombrado en los últimos días está asociado a Alibaba Group Holding, una de las empresas tecnológicas más importantes de China. Se trata de un software que utiliza códigos QR de tres colores para clasificar a las personas en función de los lugares que transite y síntomas que muestre. El código verde, permite a la persona desenvolverse casi con total libertad, circulando por espacios públicos y privados. Con código amarillo, el sujeto es conminado a aislarse durante una semana. Finalmente, con código rojo, el enfermo debe quedar en cuarentena por un período de 14 días, sin excepción.
Por otra parte, Sense Time, la compañía china que es líder en Inteligencia Artificial, ha desarrollado un software de detección de temperatura sin contacto que fue implementado de inmediato en las estaciones de metro de Pekín, Shanghai y Shenzhen. Este sistema permite escanear ingentes multitudes en busca de fiebre, e identificar a las personas que no usen mascarillas. Esto significa que el programa es lo suficientemente poderoso como para reconocer a los individuos, aun teniendo cubierto parte del rostro.
No obstante, el uso del Big Data no termina acá. El gobierno chino también se sirve de los algoritmos para estimar la probabilidad en la que un vecindario determinado, o incluso un único ciudadano, puede quedar expuesto al coronavirus haciendo coincidir la ubicación de los teléfonos inteligentes con las localizaciones conocidas de individuos o grupos infectados. Esto redunda en beneficio de la eficiencia en los recursos médicos disponibles.
Uno de los mayores desafíos a futuro es desarrollar tecnologías que contribuyan a detectar situaciones de contagio global de forma más generalizada. Y, sobre todo, con mayor antelación.