Capaz de realizar cálculos a velocidades supersónicas y llevar el desarrollo de la tecnología a niveles insospechados, la computación cuántica también amenaza con vulnerar los sistemas de seguridad cibernéticos tal como los conocemos actualmente.
Mientras la computación clásica se sirve de bits para procesar la información mediante 0 y 1 en combinaciones iterativas, la nueva computación cuántica utiliza los cubits: tienen propiedades de entrelazamiento y superposición de estados. Estos bits cuánticos permiten llevar a cabo análisis paralelos y exponenciales con un extraordinario poder de cálculo que vuelven obsoletas a las computadoras clásicas. Por ejemplo, a través de 20 cubits es posible procesar 2²° datos casi en simultáneo, en lugar de hacerlo sólo mediante repeticiones secuenciales tal como operan las computadoras actuales.
Si bien es cierto que la computación cuántica apenas está dando sus primeros pasos, y según algunos especialistas aún restan entre 5 y 15 años de duro trabajo antes de demostrar todo su potencial, los ensayos realizados hasta la fecha son elocuentes. Un caso resonante, ocurrido a fines del año pasado, fue anunciado por Google: construyó un procesador cuántico capaz de resolver en 200 minutos tareas que a una computadora clásica le hubiese tomado 10.000 años. Evidentemente, esto permite predecir múltiples aplicaciones de enorme provecho para la humanidad que van desde simulaciones en la evolución del clima hasta la cura de enfermedades como el cáncer.
Sin embargo, las computadoras del futuro no sólo podrían ser herramientas muy poderosas utilizadas en pos del bien sino también a favor del mal. En este sentido, el terreno más vulnerable es el de las telecomunicaciones donde los daños ocasionados por la tecnología cuántica podrían llegar a ser semejantes a los que supuso, en el terreno militar de la primera mitad del siglo XX, la creación de la bomba atómica. Aquí reside el motivo por el cual muchos gigantes tecnológicos de la talla de IBM, Intel, AMD y el propio Google, no escatiman esfuerzo ni inversiones en dominar el campo de la computación cuántica. Este sombrío escenario ya es motivo de preocupación para muchos gobiernos. En caso de llegar a manos equivocadas, las computadoras cuánticas podrían desbaratar fácilmente los sistemas virtuales de seguridad de estado y ocasionar un caos sin precedentes a nivel mundial. Todo parece indicar que una guerra en Internet, sin tropas ni armamento, no sería algo tan descabellado.