Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías, cada vez es más frecuente escuchar sobre macrodatos, datos a gran escala o, simplemente, Big Data. Se trata de una ingente y compleja base de datos, cuyo almacenamiento y procesamiento promete cambiar la vida humana en todas sus dimensiones, desde la economía y la política, hasta el deporte y, en particular, la medicina.
En efecto, las redes sociales, los dispositivos móviles, la geolocalización, y el Internet de las cosas –equipos, objetos y sensores conectados a la Red– son sólo algunas de las numerosas fuentes de información que, al ser cada día mejor aprovechadas, están reportando incalculables beneficios en todos los ámbitos de la salud. El proceso de transformación de la medicina ya ha comenzado y su objetivo es hacerla cada día más: personalizada, preventiva, predictiva, participativa y poblacional. Por este motivo, ya se habla de las “5p” de la medicina.
En este sentido, algunos de los aportes más elocuentes que hasta el momento el Big Data ha proporcionando al ámbito de la salud son los siguientes:
Vale destacar, por ejemplo, que en poco tiempo más los profesionales de la salud podrán utilizar los resultados del Big Data en tiempo real para saber dónde y a qué ritmo se está extendiendo una epidemia, a fin de adoptar una respuesta inmediata y garantizar el stock de vacunas en las zonas más necesitadas.
Si bien es cierto que en muy pocos años se ha logrado un avance extraordinario en materia de infraestructuras, tecnologías y servicios, el camino recién comienza. De hecho, hasta el presente, apenas se han tenido tímidos atisbos de las increíbles sorpresas que el Big Data encierra. En este contexto, la medicina es una de sus mayores pruebas.